16/7/10

Ya no tenemos 23.

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Comencemos por aclarar que entro a trabajar a las 6 de la mañana (sisisi, una cosa muy azotada) y salgo a las 6:30 de la tarde. Aún así, me ha parecido muy prudente salir jueves, viernes, sábado y agarrar la copa coqueta el domingo, durante las últimas semanas.
Llamémosle "el segundo aire" a la fiesta que he traído los últimos dos meses y que cobra factura no sólo monetaria, sino física, moral y espiritual. No me juzguen, no soy una alcoholica, simplemente soy una chica a la que le gusta la diversión y ha encontrado gente que comparte gustos y creencias, gente cuya curva de preferencias es casi idéntica a la mía. A ellos, llamémosles amigos.
Sumando estos dos elementos obtenemos un producto sumamente ganador en las noches, pero sumamente perdedor por las mañanas. A ello llamémosle cruda.
Cruda, raw, es así como me siento hoy. Mi cabeza retumba y no precisamente al sonido de la música de anoche; mi cuerpo me duele y no es por el ejercicio que hago; mi estómago hace sonidos extraños y no creo que sea porque he comido sanamente. Mis ojos se cierran, mis manos me pesan, la garganta me arde, y eso que ni tomé tanto... factura.No me quejo, sólo expreso mi sentir.
Ayer, como en las semanas anteriores, me divertí mucho, pero definitivamente no es lo mismo salir a esta edad que cuando tienes 18 años y tu cuerpo procesa el acohol como aguita de jamaica.
Por ahora la caja está abierta, sin duda la moneda se deprecia, pero estamos dispuestos a seguir cobrando la factura.

Y no, no tenemos 23 años, sino 24... por lo menos una servidora y la mayoría de sus amigos.

El fin de semana se oye prometedor, ya se verá.


Agradecimiento especial a Rayito, sin ella este segundo aire se hubiera ponchado a la mitad del camino. (1,2,3)
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